miércoles, 17 de junio de 2009

BURROS FUTBOLCLUB


En los segundos que empleamos en leer estas palabras han muerto varios niños de hambre en todo el mundo. ¡Hala, ya estamos! Otro seudohumanista que viene a recordarnos el drama ya más que explotado de los negritos de África... Puede que así sea, pero la cuestión es que fuere como fuere, y lo tomemos como lo tomemos, en este mismo instante que estás delante de tu ordenador están muriendo personas de hambre en el mundo.

No voy a decir que cada vez que veo las noticias de los multimillonarios fichajes del fútbol en contraste con las de las personas que pasan hambre y mueren, dejo de dormir por las noches y se me quita el apetito. Esto no sería nada sincero, más aún teniendo en cuenta lo inmunizados o heshumanizados que estamos casi todos, bajo los efectos del cáncer televisivo que irrumpe diariamente y sin pedir permiso en nuestros hogares. Pero unas palabritas bien despachadas delante de mi portátil quizás sirvan para recordarme a mí mismo precisamente eso, que cada vez vemos más normal cosas tan absurdas como que una persona pueda recibir tantas riquezas por dar patadas a un balón, mientras otros mueren diariamente por no tener qué llevarse a la boca.

Por otro lado está la cuestión de los medios de "incomunicación", que hacen eco una y otra vez de estas noticias, creando la sensación en el ambiente de que realmente se trata de algo trascendental en nuestras vidas. Aunque quizás sólo pretendan desviar la atención del populacho para que no nos asuste lo que se nos viene encima.

De todas formas, esto del fútbol es bastante curioso. Son muchísimos los que se desviven por "su equipo", y llegan a tal punto de identificación con él que cuando "su equipo" gana algo, piensan que ellos también han ganado algo por ellos mismos. De la misma forma cuando un jugador de "su equipo" triunfa, y se puede permitir conducir coches de lujo y gastar 20.000 euros en una noche de copas, de alguna forma ellos también se sienten parte de esa vida. Quizás sea un mecanismo de evasión de la propia realidad. Los muy forofos de "su equipo" y seguidores de sus jugadores, quizás miren al futbolista de moda vistiendo ropa muy cara pero de dudoso gusto, y acompañado por una miss-cirugíaportadadetalrevista, y sientan que esa es la vida que le gustaría tener, que eso es el triunfo y la plenitud en la vida. A veces nos contentamos con adorar a los que tienen, según nuestro punto de vista, la vida perfecta mientras la nuestra, la de verdad, se nos pasa como a un burro que corre tras una zanahoria que cuelga de una caña de pescar delante de nuestros hocicos. ¿No sería una buena idea mirar alguna vez de vez en cuando hacia atrás para descubrir quién intenta conducirnos como a burros, manipulándonos con una simple zanahoria. O más allá. ¿No deberíamos mirar dentro de nosotros mismos y preguntarnos por qué dejamos que el rumbo de nuestra vida, lo decida el que lleva la caña con la dichosa zanahoria?

Sea o no inmoral (dependiendo a quién le preguntemos) pagar 90 millones de euros por que alguien juegue a la pelota, o sea o no de burros pretender que ese modelo de triunfador que se come el mundo es un ejemplo a seguir, la cuestión es que poseer una gran cantidad de dinero es una gran responsabilidad. A mayor cantidad de ingresos en nuestra cuenta corriente, mayor cantidad de cosas podríamos hacer en este mundo que parece ir a la deriva ¿no?

Resumiendo, resulta paradójico pensar que aunque consiguiéramos toda la riqueza que poseen nuestros ídolos del fútbol, aunque ganásemos los 9.000 millones de euros que se embolsó el señor Botín trabajando estoy totalmente seguro honradamente, todavía no tendríamos el suficiente dinero para comprar el avión, el tren, la nave espacial o el medio de transporte necesario para llevarnos lo suficientemente lejos de nosotros mismos y de la conciencia de nuestra propia caducidad.

J.L. Villalonga

lunes, 15 de junio de 2009


"Una de las grandes verdades psicológicas sobre la mente humana es que cualquier cosa que deseas esconder en tu propio interior, empiezas a proyectarla sobre los demás. Siempre que empieces a ver algo en alguien, recuerda que es un mensaje. Ve inmediatamente hacia adentro; debe estar allí. El otro funciona solamente como una pantalla. Cuando ves ira en los demás, ve hacia adentro y escarba en ti y la encontrarás allí; cuando ves demasiado ego en los demás, simplemente ve hacia adentro y descubrirás al ego sentado allí. El interior funciona como un proyector. Los demás se convierten en pantallas y empiezas a ver películas en los demás que realmente son tus propios films".

Osho, El arte de morir

sábado, 13 de junio de 2009




"La felicidad, surge del interior y es ahí donde hemos de buscarla"

La dicha significa alcanzar el núcleo más profundo de tu ser. Se encuentra en las profundidades últimas de tu ser, donde ni siquiera el ego existe, donde reina el silencio: tú has desaparecido. En la alegría existes un poco, pero en la dicha dejas de existir. Se ha disuelto el ego; es un estado de no ser.
Buda lo llama nirvana. El nirvana significa dejar de ser, ser un vacío infinito como el cielo. Y en el momento en que eres el infinito, te inundas de estrellas e inicias una vida completamente nueva. Renaces.
El placer es algo momentáneo, algo que pertenece a la esfera del tiempo, es algo «de momento». La dicha es intemporal, atemporal. El placer comienza y termina; la dicha ni va ni viene: está ya en el núcleo más profundo de tu ser. El placer hay que arrancárselo a otro: o eres mendigo o eres ladrón. La dicha te hace el amo.
La dicha no es algo que te inventas, sino algo que descubres. La dicha es tu naturaleza más íntima. Estaba allí desde el principio, pero tú no te habías fijado. No te has dado cuenta porque no miras hacia dentro.
Esa es la única desgracia del ser humano, que solo mira hacia fuera, siempre en busca y en pos de algo. Y no se puede encontrar en el exterior porque no está allí.
Una tarde, Rabiya —una famosa mística sufí— estaba buscando algo en la calle, junto a su pequeña choza. Se estaba poniendo el sol y la oscuridad descendía poco a poco. La gente fue congregándose, y le preguntaron:
¿Qué haces? ¿Qué se te ha perdido? ¿Qué estás buscando? Ella contestó: —Se me ha perdido la aguja. La gente dijo: —Se está poniendo el sol y va a resultar muy difícil encontrar la aguja, pero vamos a ayudarte. ¿Dónde se te ha caído exactamente? Porque la calle es grande y la aguja pequeña. Si sabemos exactamente dónde se ha caído resultará más fácil encontrarla. Rabiya contestó: —Más vale que no me preguntéis eso, porque en realidad no se ha caído en la calle, sino en mi casa. La gente se echó a reír y dijo: —¡Ya sabíamos que estabas un poco loca! Si la aguja se ha caído en tu casa, ¿por qué la estamos buscando en la calle? Rabiya replicó: —Por una razón tan sencilla como lógica: en la casa no hay luz y en la calle aún queda un poco de luz. La gente volvió a reírse y se dispersaron. Rabiya los llamó y dijo: —¡Escuchadme! Eso es lo que hacéis vosotros. Yo me limitaba a seguir vuestro ejemplo. Os empeñáis en buscar la dicha en el mundo exterior sin plantear la pregunta fundamental: «¿Dónde la has perdido?». Y yo os digo que la habéis perdido dentro. La buscáis fuera por la sencilla y lógica razón de que vuestros sentidos están abiertos hacia el exterior: hay un poco más de luz. Vuestros ojos miran hacia fuera, vuestros oídos escuchan hacia fuera, vuestras manos se tienden hacia fuera; por eso estáis buscando fuera. Por lo demás os aseguro que no la habéis perdido ahí, y lo digo por experiencia propia. Yo también he buscado fuera durante muchas, muchas vidas, y el día que miré dentro me llevé una sorpresa. No hacía falta buscar y registrar; siempre había estado dentro.
La dicha es tu núcleo más íntimo. El placer se lo tienes que pedir a otros, y naturalmente te haces dependiente. La dicha te hace el amo. La dicha no es algo que te ocurre; ya está ahí.
Buda dice: «Existe el placer y existe la dicha. Renuncia a lo primero para poseer lo segundo». Deja de mirar hacia fuera. Mira hacia dentro, vuélvete hacia tu interior. Empieza a buscar y registrar en tu interior, en tu subjetividad. La dicha no es un objeto que se pueda encontrar en ninguna otra parte; es tu consciencia.

En Oriente siempre hemos definido la verdad suprema como Sat-Chit-Anand. Sat significa ‘verdad’, chit significa ‘consciencia’, y anand, ‘dicha’. Son tres aspectos de la misma realidad. Es la auténtica Trinidad, no Dios Padre, Dios Hijo, Jesucristo, y el Espíritu Santo; esa no es la verdadera Trinidad. La verdadera Trinidad es la verdad, la consciencia y la dicha. Y no son fenómenos distintos, sino una sola energía que se expresa de tres maneras, una energía con tres aspectos. De ahí que en Oriente digamos que Dios es trimurti, que tiene tres rostros. Esos son los verdaderos rostros, no Brama, Visnú y Mahesh, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; esos nombres son para principiantes.
Verdad, consciencia, dicha: esas son las verdades absolutas. En primer lugar llega la verdad. En cuanto entras en ella, tomas conciencia de tu realidad eterna: el sat, la verdad. Al profundizar en tu realidad, en tu verdad, te darás cuenta de la consciencia, de una increíble consciencia. Todo es luz, nada es oscuridad. Todo es consciencia, nada inconsciencia. Eres simplemente una llama de la consciencia, sin siquiera una sombra de inconsciencia por ninguna parte. Y cuando profundizas aún más, el núcleo definitivo es la dicha, anand.
Buda dice: «Renuncia a todo lo que hasta ahora has considerado importante, significativo». Sacrifícalo todo para ese absoluto porque es lo único que te satisfará, que te llenará, que llevará la primavera a tu ser... y estallarás en miles de flores.
El placer te hará ir a la deriva. El placer te hará más astuto, pero no te proporcionará sabiduría. Te hará cada día más esclavo; no te proporcionará el reino de tu ser. Te hará cada día más calculador, te hará una persona más aprovechada. Te hará cada día más político, más diplomático. Empezarás a utilizar a las personas como medios. Eso es lo que hace la gente.
El marido le dice a la esposa: «Te quiero», pero en realidad simplemente la está utilizando. La esposa dice que quiere al marido, pero simplemente lo está utilizando. El marido puede estar utilizándola como objeto sexual y la esposa utilizándolo como seguridad económica. El placer hace a todos astutos, taimados. Y ser astuto supone perderse la dicha de ser inocente, perderse la dicha de ser niño.
En Lockheed necesitaban una pieza para un avión nuevo y enviaron un comunicado a todo el mundo para ver quién presentaba la mejor oferta. De Polonia les llegó una oferta de tres mil dólares. Inglaterra se ofrecía a construir la pieza por seis mil dólares. Israel pedía nueve mil. Richardson, el ingeniero encargado de la construcción del nuevo avión, pensó que lo mejor era ir a cada uno de los países para averiguar el porqué de la disparidad de precios. El fabricante de Polonia le dijo: «Mil para los materiales, mil para la mano de obra, y mil para los gastos indirectos y unos pequeños beneficios».
En Inglaterra, Richardson revisó la pieza y descubrió que era casi tan buena como la fabricada en Polonia. Preguntó: «¿Por qué piden seis mil dólares?». El inglés se lo explicó: «Dos mil para los materiales, otros dos mil para la mano de obra y otros dos mil para los gastos y un pequeño beneficio».
En Israel, el representante de Lockheed tuvo que llegar hasta un callejón en el que había una pequeña tienda, donde vio a un viejecillo, el que había presentado la oferta de nueve mil dólares.
—¿Por qué pide tanto? —le preguntó.
—A ver —dijo el viejo judío—. Tres mil para usted, tres mil para mí y tres mil para los gilipollas de Polonia.
El dinero, el poder, el prestigio: todo eso contribuye a hacerte astuto. Busca el placer y perderás la inocencia, y perder la inocencia significa perderlo todo. Esto dice Jesucristo: sé como un niño, y solo así entrarás en el Reino de Dios. Y tiene razón. Pero quien anda en busca del placer no puede ser inocente como un niño. Tienes que ser muy listo, muy astuto, con mucha política; solo así puedes vencer en la competición a muerte que hay en todas partes. Todo el mundo está a la greña con todo el mundo, no vives entre amigos. El mundo no puede ser amable a menos que dejemos esa idea de la competitividad.
Pero desde el principio inculcamos al niño el veneno de la competitividad. Cuando acabe la universidad estará totalmente envenenado. Lo hemos hipnotizado con la idea de que tiene que luchar contra los demás, de que la vida es la supervivencia de los más aptos. Así la vida no puede ser una fiesta.
Si eres feliz a costa de la felicidad de otro... Y así es como puedes ser feliz; no hay otra manera. Si conoces a una mujer hermosa y consigues poseerla, se la habrás arrebatado a otro. Intentamos que las cosas parezcan lo más bonitas posible, pero eso es solo en la superficie. Los que han perdido en el juego se enfadarán, se pondrán furiosos. Esperarán una oportunidad para vengarse, y esa oportunidad se les presentará tarde o temprano.
Lo que posees en este mundo lo posees a costa de alguien, a costa del placer de otro. No hay otra manera. Si de verdad no deseas enemistarte con nadie en el mundo, debes abandonar la idea de la posesión. Utiliza lo que tengas a tu lado en el momento, pero no seas posesivo. No intentes reclamar que es tuyo. No hay nada que sea tuyo; todo pertenece a la existencia

OSHO

martes, 9 de junio de 2009

" Ser nosotros mismos nos causa ser exilados por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren nos causa exilarnos de nosotros mismos ".
Clarissa Pinkola Estes




Mujeres Que Corren Con Los Lobos

Dentro de toda mujer, incluso de la más reprimida, alienta una vida secreta, una fuerza poderosa llena de buenos instintos, creatividad apasionada y sabiduría eterna. es la Mujer Salvaje, una especie en peligro de extinción que representa la esencia femenina instintiva. Aunque los regalos de la naturaleza les pertenecen desde el nacimiento, los constantes esfuerzos de la sociedad por civilizar a las mujeres y constreñirlas a unos roles rígidos las han dejado sordas a los dones que albergan en su interior.

En Mujeres que corren con los lobos, la doctora Pinkola Estés revela mitos interculturales, cuentos de hadas e historias (muchas de ellas relativas a su propia familia) para ayudar a las mujeres a recuperar su fuerza y su salud, atributos visionarios de esta esencia instintiva.

Mediante los relatos y los comentarios examinamos el amor, comprendemos a la Mujer Salvaje y nuestra psique más profunda la abraza íntimamente, como a alguien que contiene medicina y magia. Estés ha creado una psicología femenina es su sentido más verdadero: el que lleva al conocimiento del alma.
Recomiendo la lectura de este mágico libro a tod@s para coprender mejor la esencia femenina y, seguro que así, mejoraran sustancialmente las relaciones entre ambos sexos.