miércoles, 5 de mayo de 2010


Educar es lo mismo
que poner un motor en una barca,
hay que medir, pesar, equilibrar...
...y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja, que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertas distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.
GABRIEL CELAYA