miércoles, 22 de octubre de 2008

El Círculo Noventa Y Nueve


Había una vez un rey muy triste muy triste que tenía un criado que era muy feliz. El soberano no podía soportar la dicha de su lacayo y varias veces le preguntó cual era el secreto de su felicidad a lo que éste le respondía que no había secreto alguno más que la felicidad de saberse poseedor de todo lo que necesitaba básicamente. El rey, estaba como loco pues no conseguía explicarse el motivo de la alegría de su sirviente que vivía de prestado.
Siguiendo el consejo de un sabio de la corte decidió poner a prueba la dicha del criado incluyéndolo en el círculo. Sí, en el circulo noventa y nueve. Para ello se acercó en la noche hasta la casa del paje y allí esperó el alba. Cuando amaneció dejó en su puerta una bolsa con noventa y nueve monedas de oro. Cuando el pobre vio aquél tesoro comenzó a hacer montones y a contar; a contar y a sumar...Mientras sumaba comprobó que faltaba una moneda para las cien y determinó que alguien le había robado. Sentía que noventa y nueve no era un numero completo y resolvió que él y su mujer trabajarían duro para conseguir la ansiada moneda que completaría la cifra perfecta. En unos años la conseguirían y sólo entonces se sentiría completamente dichoso.
Durante los meses siguientes, trabajó y trabajó y vendió todo lo que tenía. Una mañana el rey le preguntó cual era el motivo de su enfado y mal humor y respondió refunfuñando y de malas pulgas. No pasó mucho hasta que el rey lo despidiera pues, al fin y al cabo, no era agradable tener un paje que siempre estaba de mal humor...

Siempre nos falta algo para estar satisfechos y sólo satisfecho se puede gozar de lo que se tiene pero....

Que pasaría
si la iluminación llegara a nuestras vidas
y nos diéramos cuenta, así, de golpe,
de que nuestras noventa y nueve monedas
son el cien por cien del tesoro.
Que nos nos falta nada,
que nadie nos ha quitado nada,
que no es más redondo el número cien
que el noventa y nueve.
Que es sólo una trampa,
una zanahoria que han puesto ante nosotros
para que seamos estúpidos,
para que tiremos de carro,
cansados, malhumorados,
infelices y resignados.
Una trampa para que nunca
dejemos de empujar y todo siga igual
¡Eternamente igual!
¡¡CUANTAS COSAS CAMBIARÍAN SI DISFRUTÁRAMOS DE NUESTROS TESOROS TAL COMO SON!!!

JORGE BUCAY

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